miércoles, 26 de noviembre de 2008

Ciudad durmiendo

Mientras la luz de la Luna
ondulando iba cayendo
como una triste fortuna
tintineada por el viento.

Cantaba la estrella oscura
notas en lenguaje quedo,
difuminadas las musas
entre pasos sobre el suelo...

Predice una gota lluvia
y me alcanza un pensamiento:
en este teatro púrpura
la ciudad está durmiendo.

A Lannion, Trégastel, Perros Guirec
y al resto de villas del Trégor que no conocí.

Octubre de amor

Vacaciones en el mar...
sangre y agua sobre azulejos
de mudéjar silvestre.

Amanece...
Atardece como una canica de cobre
sobre el horizonte
de un cuerpo de perlas verdes:
criaturas de rubí...

Árboles engarzados
en el ánima mundi del universo,
cuadraditos de cariño,
meses de octubre huecos.

Pléyades

Ojalá mañana el viento
lleve lejos de la orilla,
unidos nuestros cuerpos
y las almas, por la brisa,
lleguen al feliz infierno
donde el pecado se anida.

Ojalá formen reflejos
de sangre, mientras me miras,
y tu escarcha nuestro fuego
sin recodos la derrita.

Miraría en vuestro espejo,
cómplice de tu malicia
y mis alfiles negros
por ti repiquetearían.

Para Isabel.

Gofres con nata

Las dos niñas se besaban:
rastas rubio albaricoque,
caricias de porcelana,
labios de mil y un sabores...

Lamiendo lenguas la nata
sobre sus cuerpos de gofre,
gime una Venus salada
acariciando su monte.

Y en un viento de escarlata
suena un aullido de golpe:
el latir de las lesbianas
se estremece entre la noche.

"Y qué Dios osará juzgaros
si sus balanzas de oro
no han medido el peso
de vuestras lágrimas"
Charles Beaudelaire

Versos de Bitácora

Poetisas en la niebla
cantan versos de bitácora,
dedos con flores de almendra
acariciando tu diáspora.

Nos seducen las princesas
de belladona y mandrágora,
no te arrastre la tristeza
al vacío de las ánforas.

Volviendo a casa

Amanece en horas raras
y el paisaje se torna acre.

Selene no se despide,
sus reinos de plata y cráter
ya no lucen para ti.

Llueve en sigilo una frase,
ensaya un do-re-mi el pájaro,
novios agotan romances,
rien su tiniebla de humo
los trotamundos del parque.

Suenan tus pasos de fondo,
viajero sin equipaje...

LUNA

Yo andaba en un bar
desafinado...
y con música ocre,
vino y se fue.

Yo me llamo Luna
y sobrevivo del viento.

Sílbame un rato al oido...
Invócame.


Para Luna. Ave de paso de una sola noche, esté donde esté.

ESFERADE

Me van a odiar los astrónomos:
hoy les robaré una estrella
para ponerle tu nombre,
grabar tu estirpe en sus venas.

He sobornado a las Pléyades
para lograr tal empresa,
el Sol estará dormido.
Que Géminis me proteja...

Y cubriré con mi plata
tu rostro de luna llena,
tú volverás a besarme,
yo volveré a ser poeta.

domingo, 10 de febrero de 2008

DxC

Aquí yace un caballero,
destierro en casilla blanca,
mal destino de héroe negro,
triste día de batalla.

Herraduras en el suelo,
desnuda la inútil daga,
espuelas sobre el tablero
de piezas ensangrentadas.

Aquí yace un caballero...
sutil jugada de dama
que ante sus ojos de fiero,
le abraza y besa: le mata.

GRIS

Resuena en un verso un nombre
que arropa el ayer ignoto
fragancia en cuerpo de olivo,
silencio cubierto en polvo.

Es el violín del verano,
esos acordes tan sordos
llueven sin mojarnos casi
y vamos muriendo a trozos.

Como el columpio sin niño,
el sillín de caucho roto
ve gris el banco del parque,
oye triste el arpa del tiempo.

Tarde de lluvia

Oye la tarde cansina:
su murmullo de agua gris
suena a belleza tardía
de niebla al atardecer...

Llueve con la tontería
del olor de la tristeza
perdido en alcantarillas
y en cierzo de azul de mar.

Esas hojas amarillas,
su danza y su torbellino,
con difuminada tinta
pintan al óleo un otoño.

Calle del Olmo

Camino mochila al hombro,
una noche más termina,
se acabó en tímidos sorbos
el licor de su piel nácar.

Un viento nómada y hondo
con su turbante vendado
sopla en la calle del Olmo,
señala el amanecer.

Busco un camino entre escombros,
un presente carpediem
para un futuro incoloro:
un horóscopo azabache...

Seguiré tus pasos

Tras la bruma del asfalto
se oyen voces en la niebla,
oscuridad que de blanco
es la voz de mi conciencia.

No hay nada en mis manos
ni en la ciudad siniestra,
todo se oculta en el manto
de humo gris de la tiniebla.

En el rojo de tus labios
se oyen mentiras sinceras,
y en el suelo, sólo el barro
donde al pisar dejas huella.

Huella de color opaco,
¿dónde vas? que no se sepa,
solitario andaré tus pasos
sin saber donde me llevan.